Recolonización, bienes comunes de la naturaleza y alternativas desde los pueblos


Mariano Salomoneu

Profesor de Sociología de la Universidad de Congreso.

Seoane, José y Taddei, Emilio, Recolonización, bienes comunes de la naturaleza y alternativas desde los pueblos, ibase, Río de Janeiro, 2010, pp. 105.

Un texto urgente

“¡El agua de Mendoza / no se negocia!”… todavía escucho el eco de algunos cánticos cuando me acerco a la lectura de las últimas páginas de este libro. Ni bien finalizo, siguen las repercusiones mediáticas sobre la movilización de la que participé hace unos días contra el proyecto minero San Jorge (empresa subsidiaria de Coro-Mining), que pretende extraer oro y cobre al sur de la cordillera de Los Andes, en Uspallata-Mendoza, Argentina: “Multitudinaria marcha contra la minería copó la Legislatura”, titula uno de los diarios locales (Diario Los Andes, 22/02/2011). El movimiento “socioambiental” en la provincia cuenta con varios años de lucha contra la megaminería contaminante, secante y saqueante. Su experiencia se remonta al año 2004 y remite a procesos organizativos que han puesto en juego múltiples prácticas de resistencia. Cabe preguntarse cuántas experiencias similares emergieron en la región durante la última década haciendo frente al proceso de re-colonización de América Latina. Sabemos que miles. De ésta y de todas aquellas hablan José Seoane y Emilio Taddei en su libro. Sin embargo, lo que me interesa destacar es la perspectiva particular desde la cual lo hacen.

Decía más arriba que mientras leía el libro participaba de una acción colectiva. La lectura (en un sentido amplio) de las circunstancias que nos rodean, estableciendo límites y presiones a nuestra praxis, es uno de los momentos clave en la práctica política de todo aquel o aquella que pretenda asumir su condición de sujeto. Este libro nos acerca esa posibilidad. Lo hace al poner en discusión y debate algunas caracterizaciones de nuestras realidades, al analizar los diversos procesos organizativos en cada lugar de la región y, por sobre todo, al proponer una reconceptualización de la dinámica social que permita comprender cuál es la configuración del territorio sobre el que se dan las disputas actuales, su correlación de fuerzas y las alternativas emancipatorias que se abren dentro del mismo. Por ello, se trata de un texto para quien el conocimiento del mundo histórico-social no forma parte de una inquietud teórica sino, antes bien, de una urgencia vital, aquella que impone la privatización del mundo en el extremo de lo posible. Frente al violento proceso de saqueo y dominación de Latinoamérica, la escritura de estos autores contribuye a rearticular una narrativa contrahegemónica desde la propia experiencia de los y las subalternos/as que habitan esta parte del mundo. En efecto, es un tipo de escritura/lectura que otorga a la práctica teórica el estatuto de herramienta, en tanto instrumento indispensable para un proyecto de transformación social con perspectiva emancipadora; y como tal, lo hace poniendo en juego un proceso de inscripción del quehacer intelectual en la experiencia histórica que no puede sino redundar en una legitimación de las instituciones y circuitos “académicos”.

Nota acerca de los autores

Creo conveniente mencionar, como antecedente importante en la trayectoria intelectual de estos autores, la participación de ambos en el Programa del Observatorio Social de América Latina (osal) perteneciente al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), en el periodo 2000/2006. Particularmente la revista osal fue decisiva como espacio de intercambio y debate en la región latinoamericana, poniendo en evidencia que la protesta social no había dejado de estar presente. Se trataba de un momento clave para nuestras realidades: la necesidad de perspectivas críticas y cuestionadoras de las fetichizaciones propias del “pensamiento único” por entonces hegemónico. Así, a través del estudio del conflicto social, de sus mutaciones, del seguimiento de su cronología y, por sobre todo, de la construcción del conocimiento por medio del diálogo entre académicos y organizaciones sociales, se promovía el debate teórico y la conceptualización de la experiencia histórica, de las tensiones y contradicciones originadas por las profundas transformaciones sociales en curso. Ahora bien, podemos reconocer esa perspectiva dialógica también en la forma de trabajo que han mantenido estos autores a lo largo de los años, siempre en equipo: José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati (copartícipe del osal y colaboradora en el libro que comento) conforman un grupo de trabajo en el cual el intercambio de ideas hace pensar que muchas de sus investigaciones se producen colectivamente. Actualmente, se encuentran trabajando en torno al geal (Grupo de Estudios de América Latina y el Caribe), del cual es fruto el libro que comento.

Esa trayectoria intelectual se pone de manifiesto en el íntegro conocimiento que presenta el libro respecto de la heterogeneidad del conjunto de experiencias organizativas que vienen resistiendo el proceso de mundialización capitalista, como así también en la capacidad para sistematizar las teorizaciones hechas sobre dicha experiencia. La primera parte del libro está dedicada a presentar las principales características y consecuencias de lo que ha dado en llamarse “globalización neoliberal”, signada por una forma particular de “acumulación por desposesión” de los bienes comunes de la naturaleza que asume, en toda su extensión económica, política y militar, los contornos de una auténtica recolonización de América Latina. En la segunda parte, encontramos una sistematización de las experiencias de resistencia y poder popular protagonizadas por los movimientos sociales del continente que se organizan en defensa del carácter público-común de estos bienes de la naturaleza; señalando a su vez los espacios de confluencia y coordinación regional a los que dieron origen. Asimismo, el análisis se mantiene atento al reconocimiento de los distintos mecanismos por los cuales la lucha social ha tendido a expresarse en el campo jurídico (las disputas en torno a las reformas y contrarreformas legislativas, la criminalización y judicialización de la protesta, etc.), y el lugar privilegiado que en dicha cuestión adquiere la intervención de los Estados-nación.

Horizontes de lectura

El ciclo de protestas sociales que puso en crisis la legitimidad del neoliberalismo se iniciaba en todo el territorio latinoamericano hacia finales del siglo pasado. La denominada “guerra del agua” en Cochabamba (año 2000) —por su móvil, su radicalidad y su capacidad de articulación social— se constituyó en una referencia emblemática de aquellas luchas. Las ciencias sociales acompañaron dicho ciclo estableciendo a la “protesta social” como uno de los campo problemáticos privilegiados de investigación; dentro del cual la teoría de la “acción colectiva” (sea en su versión norteamericana o europea) tendió a convertirse, a su vez, en la perspectiva dominante. Ahora bien, el final de la primera década del siglo xxi vuelve propicias las miradas retrospectivas, y por ende, el desafío actual de las ciencias sociales quizás no sea ya la “visibilización” de los conflictos y el estudio de la protesta, sino la búsqueda de conceptualizaciones con ánimo de visiones más amplias y panorámicas. Pienso que éste es el aporte fundamental del libro escrito por Seoane y Taddei. En ellos, el conocimiento de la multiplicidad y diversidad de las luchas sociales, de sus heterogéneos ritmos y tiempos organizativos, se vuelve recurso teórico que permite reconstruir, desde la singularidad latinoamericana, la dinámica particular que adquiere la conflictividad social en el tardocapitalismo. Así, la geopolítica que reconstruyen los autores coloca a la “acumulación por desposesión” como uno de los signos distintivos de la “globalización neoliberal” en nuestra región. “Ésta es la dinámica que asume en la actualidad la continuación de una extendida y violenta experiencia de saqueo y explotación de Nuestra América” (p. 85).

Historizar el conflicto ha sido siempre el desafío por excelencia de los razonamientos “sociológicos”, esto es, la capacidad para reintroducir la historicidad en el análisis de las prácticas sociales, posibilitando percibir los fenómenos sociales en movimiento, como producto de un cierto pasado y abiertos al devenir futuro. En efecto, la historicidad de todo presente se pone en juego en el reconocimiento de ese complejo de continuidades y rupturas que, a cada momento, determina la dialéctica histórica. En tal sentido, la gran continuidad que suponen los procesos en curso, nuevamente desde el punto de vista latinoamericano, ha sido la experiencia del colonialismo: el imperialismo actual puede definirse como proyecto de recolonización de América Latina, en tanto política encaminada a garantizar el proceso de desposesión de los bienes comunes de la naturaleza, de la separación violenta de sus actuales usufructuarios. Sin embrago, tal experiencia también asume en la actualidad un fuerte punto de ruptura: el alerta sobre la capacidad, inédita hasta el momento, de destrucción de la naturaleza y de los seres humanos como condiciones de posibilidad de la vida. Se trata entonces de una disputa societal sobre el uso social de los minerales, el agua, los hidrocarburos, la biodiversidad, la tierra, la flora y fauna que dirime además el futuro de la vida de la humanidad y del planeta todo. Esta mirada se acerca a lo que plantean otros/as reconocidos/as intelectuales latinoamericanos/as respecto al presente de nuestras realidades, tales como Franz Hinkelammert, Ana E. Ceceña o Edgardo Lander. Todo/as concuerdan en advertir que la disyuntiva sistémica actual se dirime entre las alternativas que plantea “dominar la naturaleza” o “vivir bien”, la “vida” o el “capital”: dos proyectos civilizatorios radicalmente opuestos.

Geopolítica regional y alternativas desde los pueblos

Los autores afirman que es posible construir tres tipos distintos de modelos sociales en pugna que pueden ser reconocidos en los proyectos socio-políticos que circulan en la región y en las diferentes realidades nacionales: 1. El “neoliberalismo de guerra”, que supone la profundización del modelo neoliberal; 2. El “neodesarrollismo”, que propone el regreso a cierta regulación económica y gestión social sin modificar la matriz de la estructura social; 3. El “cambio constituyente”, definido como proyecto de transformación orientado hacia la redistribución y socialización —democratización y descolonización— en el terreno del poder, los ingresos y las riquezas. Cada uno de estos modelos parte de designar un papel relevante pero distinto a los bienes comunes de la naturaleza; definen diferentes roles al Estado-nación, la democracia y las formas de gestión de los asuntos públicos y también implican diferentes modalidades de integración para la región. En el mismo sentido que lo señalado en el apartado anterior, lo interesante de esta propuesta es la posibilidad que habilita para pensar la actualidad en América Latina. Se trata de un “esquema interpretativo” que contribuye a la comprensión de los distintos posicionamientos que, en relación al antagonismo social, podemos encontrar a nivel nacional y regional. Estos “tipos ideales”, tal como advierten los autores, no suponen ninguna clase de reduccionismo de las tensiones y la densidad histórica de las prácticas sociales —pues incluso se trata de proyectos que están en disputa al interior de cada uno—, y por el contrario, permite mapear la geopolítica regional reconociendo la acentuación de las contraposiciones que aparecen como dominantes en el terreno de las disputas socio-políticas.

Una nota especial merece el apartado dedicado a la reconstrucción de las “alternativas desde los pueblos”. Sin duda, es en este punto, el de la acumulación de la experiencia, donde podemos reconocer la gran ruptura y diferencia histórica respecto de los comienzos del ciclo de protesta social hace poco más de una década: “los movimientos sociales y pueblos de Nuestra América han ido elaborando una programática alternativa y postulando una serie de prácticas colectivas y horizontes emancipatorios que enriquecieron los debates y las concepciones sobre la transformación social que habían caracterizado épocas pasadas” (p. 76). Se trata de un análisis que tiene en cuenta la inscripción histórica desde la cual los sujetos formulan sus demandas e imaginan las alternativas políticas. Esa perspectiva, a lo largo del libro, va poniendo en evidencia las tensiones que sostienen los procesos de transformación de condiciones de vida marcadas por profundas desigualdades de clase, etnia y género sexual. Da cuenta del sometimiento de hombres y mujeres a condiciones de explotación y dominación pero para reconocer, simultáneamente, la capacidad creativa de esos sujetos. Así, es posible reconocer la manera cómo la configuración de los colectivos subalternos y la creación de sus horizontes emancipatorios, si bien emergen frente a condiciones no elegidas, reales y desiguales, lo hacen poniendo en marcha prácticas políticas que se apoyan en su experiencia pasada, en sus tradiciones y valores culturales, en la memoria política de sus vivencias y también, en la resignificación de antiguas utopías y la creación de nuevas expectativas sobre el porvenir.

Estamos frente a un libro que presenta un análisis complejo de la realidad latinoamericana y que tiene el mérito adicional de haber sido escrito con un lenguaje llano, combinación poco común a los estándares de la academia. Así, proporciona una lectura que enfatiza las determinaciones específicas que adquiere el antagonismo social en esta fase del capitalismo (la desposesión de los bienes comunes de la naturaleza), permitiendo visibilizar la dimensión regional del conflicto y las posibilidades de convergencia de la lucha de múltiples sectores y organizaciones sociales. Un aporte contundente al pensamiento crítico latinoamericano puesto que no reduce la realidad a lo que ha sido ni a lo que es, sino que se mantiene atento a las posibilidades históricas que despuntan desde y por la praxis de los sujetos.